¡Ay, tristeza oscura!
Creí que amanecía
Luego de siglos de noche infinita.
Apagué las velas, soplé la llama de los candiles,
Me levanté a tientas y
Abrí los postigos.
Enceguecida de fulgores busqué otra candela
Y ya no fui capaz, siquiera,
De saber encenderla.
¡Tristeza oscura,
Resplandor obsceno,
vastedad de tormenta!
M. P.V.